miércoles, 22 de abril de 2015

Los Años Maravillosos...

Hay días en que siento es mejor recordar que vivir…nos rodean batallas y luchas -algunas propias, la mayoría no- que hay que librar y ganar. De todas las experiencias que nos permite nuestro universo emocional, la nostalgia es mi favorita. Acumulamos gustosos experiencias cuyo significado ha impregnado tan profunda nuestra existencia, que su impensada evocación nos traslada hasta el preciso momento en que quizás nació el amor, obtuvimos un logro, en el que conocimos a Dios o en el que parecía que cambiábamos el mundo. Quizás no volveríamos a repetir los mismos sucesos, pero seguro volveríamos dichosos a envolvernos de las mismas emociones. Dependiendo de donde pretendamos “regresar” detecto tres formas de nostalgia; La estrictamente sentimental, que tiene que ver con los antiguos amores y “esas cosas”; La nostalgia de los(as) que viven sin desprenderse nunca del pasado, fotos, vídeos, y de “todo tiempo pasado fue mejor..” etc..y finalmente, la nostalgia que tiene que ver con el concepto del regreso a casa. La vida se parece a un extenso viaje, con aventuras, desdichas, regocijos, desconsuelos, casualidades y desalientos. No obstante, detrás de cada pueblo visitado, de cada amor conquistado, subsiste la nostalgia de volver al hogar. Buscamos siempre la forma de regresar a casa, como icono del encuentro con la propia paz interior de volver a los lugares de origen y volver a encontrar esas viejas emociones, completando con ello el círculo de la existencia…”Es por ello que elhogar de los padres tiene algo muy especial: sábanas tibias (o fresquitas si las quieres en verano), el aroma a frutas de la estación, la dulzura de su aire, la tranquilidad de sus espacios...un refugio de esos que sanan todos los males…” Regresamos a esa paz también cuando pensamos en las tramas que construyeron la infancia y adolescencia, como las antiguas calles, olores, paisajes, gentes de otro tiempo que se han quedado como anclas en nuestro corazón. Recuerdo por ejemplo, un especie de carretela de mano que mi abuelo nos construyó cuando niños y que era el deleite de mis amigos mas grandes,. En Hualqui, hay un mártir de Bomberos de apellido Perret que falleció trágicamente cuando el carro concurría a un incendio volcándose y transformándolo en héroe, mártir y por supuesto..nombre de calle, pues bien, la cosa era “Juguemos al bombero Perret ??”, se trataba de prender con fuego unos cartones bajo el viejo sauce, llenar algunas botellas de agua y los menores arriba de la carreta sacando nuestro mejor sonido de sirena y, los mayores empujando con todas sus fuerza el bólido…y por cierto en una curva de la acera volcar también con todas las fuerzas el vehiculo…y el grito; “aaahhhh..Bombero Perret, Bombero Perret, Bombero Perret..”  Rodillas y codos rasmillados pero la sensación de convertirse en héroe era toda nuestra. El hecho de perderse en el laberinto del tiempo y no poder salir de él, esperando un regreso imposible, es parte de nuestra propia historia y a veces se interpone en nuestro diario vivir para que le inventemos un lugar. Sin embargo, al siguiente instante, volvemos de nuevo al ahora, a nuestro yo presente, que puede observar quietamente cómo la vida es puro movimiento..


Publicado por Pablo Alberto Saavedra Ortiz en Contenidos Locales | Jue, 21/07/2011 - 13:54

1 comentario:

Danny Danials dijo...

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